miércoles, 14 de marzo de 2018

Stephen y Jane Hawking, la teoría de los cuidados.

Hoy el mundo entero llora la pérdida de Stephen Hawking, el científico que nos enseñó tanto sobre el universo, lo agujeros negros, el espacio y el tiempo... un gran científico que, además, tuvo una enfermedad llamada ELA (Esclerosis Lateral Amiotrófica) y que hizo que a partir de su diagnóstico, su vida cambiara. 
Cuando conoció su enfermedad Stephen estaba saliendo con Jane Wilde, quien se casó con él a pesar de que los médicos dieron al por aquel entonces estudiante, dos años de vida. En palabras de ella: 
“Aún éramos lo bastante jóvenes para ser inmortales”
El matrimonio duró hasta 1990, y en esos años, se puede apreciar de manera clara la importancia de los cuidados en las relaciones, más aún si una de esas personas tiene una diversidad funcional. 
Stephen se encontraba en una situación de dependencia, y fue Jane quien, gracias a sus cuidados, facilitó que el notable científico pudiera desarrollar todo su potencial en las ciencias. 
Gracias a los cuidados de Jane, Stephen estaba completamente atendido y no tenía que preocuparse de nada más que de estudiar y trabajar. Favorecido por esta situación, pudo superar la depresión que atravesó. Gracias a Jane, Stephen pudo cambiar la manera de los demás de entender el universo. 
Habría sido verdaderamente hermoso y necesario que hubieran escrito juntos su propia Teoría de los cuidados, recordándonos que si no hay nadie que realice esas labores, el resto del mundo no funciona, que si no hay nadie que se ocupe de las labores "reproductivas", las funciones de producción no pueden darse. 
El papel de Jane en la historia de Stephen ha pasado a ser una papel secundario, personificando esa frase un tanto sangrante de " detrás de un gran hombre siempre hay una gran mujer". Efectivamente, detrás de este gran hombre de ciencias estuvo su mujer, la que facilitó los cuidados necesarios para que él pudiera brillar tanto como las estrellas con las que trabajó, a pesar de que éso la situara a ella y a sus tres hijos en un agujero negro dentro de su casa. 
"Tenía que prepararle por la mañana, llevarle a su despacho, que estaba muy cerca de nuestra casa, prepararle la comida, luego la cena… Stephen necesitaba tres grandes comidas al día. Cuando tuvimos niños, había fines de semana en los que estaba sentado, en su silla de ruedas, y pasaba un día tras otro sin decir nada; me preocupaba y le preguntaba si le dolía algo, si se sentía mal con los niños o conmigo… Al final, el lunes, sin venir a cuento, sonreía. Resulta que había logrado descifrar un problema de Física." Cita de la entrevista de Inés Martín Rodrigo a Jane Hawking. 
Sin embargo, ésto nos lleva a plantearnos una vez más ¿qué pasa con los cuidados? ¿quién cuida?. Jane fue la que se ocupó de la parte asistencial de Stephen ( y sus tres hijos); años después, cuando gracias a su situación económica pudieron contratar a más gente para las labores de cuidados del científico, Hawking se casó con una de sus cuidadoras, y así, seguimos siendo las mujeres quienes, en mayor medida, nos ocupamos de las labores de cuidados porque lo hacemos "por amor". 
¿Pero quién cuida de las mujeres? Quizás sea hora de entender de una vez que los cuidados son no sólo una parte necesaria, sino indispensable del día a día. Es vital sabernos cuidados/as, saber que no estamos solos/as, que la sociedad entera está pendiente de todos y cada uno de sus miembros, que nadie se queda atrás. Es absolutamente indispensable dar a los cuidados el estatus que merecen, despojar a las mujeres de esa obligación, dejar de entender el amor como una completa entrega y situar a los cuidados en el centro: los damos y los recibimos, y el Estado contribuye con recursos para que toda la sociedad avance y esté debidamente atendida.
Las personas en situación de dependencia no pueden vivir en base a los cuidados familiares, que generalmente recaen sobre las mujeres, y la salida tampoco puede ser un sistema residencial. Son necesarios apoyos que garanticen la autonomía y vida independiente tal y como se recoge en la Convención de Derechos de las Personas con Dis-capacidad y eso pasa, a nuestro entender, por la profesionalización de los cuidados y la asistencia personal.
Ponemos ésto sobre la mesa porque hay muchas personas que están afectadas por esta situación, sobre todo mujeres que cuidan y que son cuidadas. Porque estas situaciones nos llevan a preguntarnos si, de no ser por Jane, Stephen habría podido llegar tan lejos. Si, gracias a unos cuidados profesionalizados, la vida de tantas  y tantas mujeres que cuidan y que son cuidadas no sería muy distinta. 


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