¿Quién adora a Virginia Woolf?

Tal día como hoy, 25 de enero, pero de 1882, nacía la escritora Virginia Woolf,

un referente de la literatura y de las mujeres por su legado, por sus escritos y

por el impulso a la lucha feminista de su obra.

Es una de las escritoras de referencia del modernismo británico del siglo XX

y su obra sigue vigente, sirviendo como ejemplo, como inspiración y como referente.

Perteneció al grupo de Bloomsbury, un grupo de intelectuales, escritores y

artistas que destacaron en la época.

Virginia vivió en una casa con su familia, un hogar lleno, ya que tanto su padre

como su madre habían estado casados previamente y ambos tenían hijos e

hijas de sus matrimonios anteriores. Ella estudió, se casó, fundó una editorial

junto con su esposo Leonard Woolf…

Y sin embargo ya sabemos todo esto, y todos esos datos podremos encontrarlos

sólo con poner “Virginia Woolf” en Google.

Me enfrento al reto de escribir un artículo sobre Virginia Woolf sin caer en copiar

los datos de Wikipedia. La vida y obra de Virginia Woolf es altamente conocida,

y si no la conoces, es fácil de encontrar.

¿Qué es lo que falta por decir sobre Virginia Woolf? ¿Qué podría hacer de éste,

un artículo diferente?

Nada.

Salvo tratar a Virginia con el respeto que, evidentemente, merece, no sólo

como persona sino como escritora, persona con diversidad funcional y feminista.

Sus trabajos nos dejan ver una mentalidad diferente a la época, anhelos,

deseos de mujeres que no se conforman, que no “eligen” lo establecido. Que

hablan de su sexualidad ( o se intuye), de sus gustos y preferencias. Poseía

un estilo indiscutible que, según expertos, “refleja la angustia vital de la escritora.”

Mucho se ha hablado de los distintos episodios de profunda depresión que

padecía la autora y que influyeron en su obra además de ser determinantes

para su suicidio.

Pero poco se habla de su verdadera enfermedad mental, el trastorno bipolar.

En la época de Virginia, se conocía como psicosis maniaco-depresiva, y

esta enfermedad conlleva unos episodios muy extremos de felicidad o

excesiva actividad, con otros de profunda tristeza o enfado.

Esos cambios emocionales, cuando se producen, suelen ser extremos,

alteran el sueño de la persona y su nivel de energía, su capacidad para

pensar con claridad…

Pensemos ahora en la nota de suicidio que dejó Virginia a su marido; en

ella explica con claridad que comienza a oír voces de nuevo, que cada vez le

cuesta más concentrarse, leer o escribir, y toma la determinación de terminar lo que,

según ella, no va a poder manejar.

En el momento actual, Virginia habría seguido un tratamiento que le habría

permitido sentirse más fuerte para poder manejar sus miedos, sus momentos de

“locura”, y aquí es donde me interesaba llegar.

Cuántas veces habremos oído o leído esa palabra, “locura”, asociada a

Virginia Woolf, casi de manera encadenada a su suicidio, despojando a

la “locura” de la persona a la persona de su locura.

Virginia no estaba loca, y si lo estaba, esta “locura” le llevó a escribir las

grandísimas obras que nos dejó: La Señora Dalloway, Las olas, Al faro…

y por supuesto Una habitación propia.

Se le añade a la “locura” ese deje despectivo, sin permitir a las personas

que experimentan estos estados de ánimo un espacio para crear, para

compartir, para expresar, para “abrirnos la puerta a otras concepciones que

desde la normalidad quizás no se desarrollarían”.

Esta cita, tan exacta y acertada es de mi amiga Lorena, una persona que es

quien me ha enseñado a ver con esos ojos, que me recuerda cada vez que nos

vemos, que la concepción de normalidad es poco más que una ilusión, y que el

mundo es normal en función de unos pocos.

Me gustaría recordar hoy a Virginia en su aniversario de nacimiento

desde mi habitación propia, desde la de cada una de nosotras, que sea real,

física, pero también mental, que dejemos fluir nuestra locura y nuestra

“no- normalidad”, porque quizás sea ésta una de las mejores lecciones

que Virginia Woolf nos dejó: “No hay barrera, cerradura ni cerrojo que

puedas imponer a la libertad de mi mente.”
Ade.

Doodle de Google del 25 de enero de 2018